Todo empezó en un viaje rumbo a La Plata, cuando Martirena y Cappelletti, echaron a volar su imaginación y comenzaron a hacerse confesiones sobre la idea que ambos tenían de formar el Club Aéreo. Héctor “el Nene” Cappelletti, que ya era aviador civil, había realizado un intento de concretar en Lobos el campo de vuelo, en combinación con el Newbery Foot Ball Club. Lamentablemente esa posibilidad se esfumó.

Pero nada resulto en vano, ni aquel viaje, ni aquella conversación.

A esta idea fundacional se le sumaron nuevas voluntades, que se fortalecieron en las mesas de café, en encuentros comerciales y por alguna que otra promesa de trastienda que la autoridad de turno hizo llegar en apoyo de la idea.

Toda esta suma de acciones, posibilitaron que un 28 de agosto de 1959 se hiciera en el Club Social una reunión que a la postre sería la que constituiría la creación del Aeroclub Fortín Lobos, nombre puesto por el doctor Darío F. Arata.

Allí, un grupo de vecinos puso la piedra fundamental de una institución al formar una comisión organizadora que, sin perder tiempo, al otro día, se reuniría por primera vez.

El primer objetivo fijado fue contar con un lugar para desarrollar una de las actividades más fascinantes del hombre, que es volar.

Así lo indicaba la experiencia de un nativo de Lobos, que regresó a su ciudad después de haberse jubilado en la Aeronáutica, dónde desarrolló su actividad como instructor de vuelo.

Inocencio “Pito Angeleri supo orientar los primeros pasos de la nueva entidad, con sus conocimientos y obteniendo  los logros esperados.

José Ernesto Dorsi y Alberto Oscar Mársico, Intendente Municipal y Senador Provincial respectivamente, fueron con su apoyo pilares fundamentales. Este último consiguió que la Legislatura aprobara un subsidio, más una mensualidad. Se realizaron arduas gestiones, trámites imprescindibles, se convocó a una Asamblea que dio nacimiento a la Primera Comisión Directiva cuyo primer presidente fue Adolfo Cipriano Nazábal.

Los primeros intentos para conseguir el Campo de Vuelo, se encaminaron alentados por la promesa de que la Provincia contribuiría con la expropiación de un campo para ser utilizado como Aeródromo Provincial.

El decreto de la creación de éste, lo firmó el Gobernador Alende en 1960.

Un año y medio después, en diciembre de 1961, se concreta la expropiación del actual Campo de Vuelo, que ocupa una superficie de poco menos de 100 hectáreas.

Hasta que esto ocurrió, las actividades de vuelo se desarrollaban en el “Hipódromo”, dónde todos los fines de semana se podría efectuar el clásico vuelo de bautismo.

una escuela de pilotos

El Club Aéreo ya estaba creado, pero faltaba aún concretar algunos trámites. Así fue como en 1966, la Autoridad Competente, otorgó la autorización como Escuela Civil de Pilotaje y Centro de Entrenamiento.

La actividad comienza con una primera etapa al mando y tutelaje de Inocencio Luis Angeleri a la que le sigue una segunda etapa en la que Juan Dante “el Alemán” Schremmel, fue encargado del mantenimiento y del servicio mecánico además de ser el primer piloto recibido en la Escuela Civil de Pilotaje y Centro de Entrenamiento.

Durante más de veinte años, estos dos pioneros, fueron piezas fundamentales en el complejo mecanismo de una Escuela de Pilotaje. Los egresados poseedores del Brevet están habilitados en todo el país y en la mayoría de los países del mundo.

El médico oficial de la institución era el piloto Doctor Fernando Flores y entre una extensa nómina de egresados de la Escuela se encuentran las dos primeras mujeres que obtuvieron su licencia de piloto privado de avión (PPA), Virginia E. Penacini y Lidia H. Zendy Zucker.